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El trazo oculto

Ainara-Maider del Olmo y Abedul

Introducción

“Fíjate en el amarillo índigo, en los ocres, en la profundidad de los azules. Todo ello forma parte de un cosmos, dentro del cual nosotros podemos hurgar”. Aquella joven amaba su trabajo de guía del museo de arte, su voz aflautada se emocionaba al hablar de los colores y sus tonos, de los matices y las texturas, de las composiciones, de las telas empleadas… Pero entonces pregunté: “¿Por qué habrá pintado un collar de corales tras el retrato de la dama?”. Y la joven no supo contestarme. Imaginé que eran adornos que llenaban el lienzo para que no hubiese espacios vacios, para contener la imagen, o darle más énfasis o realismo a la acción que estaba representada, pero eso no era así. Había todo un mundo por descubrir tras cada clavel, tras cada árbol, tras cada golondrina, tras cada objeto, ya fuese animado o inanimado. Y ese mundo es el que pretendo acercar a todo aquel que se sienta con fuerzas para investigar, observar y comprender los significados que se ocultan tras el trazo.

Los cuadros de Linard, Ghirlandaio, o Goya esconden una perspectiva diferente de la historia, esconden biografías, y símbolos, que el hombre ha dejado de ver y escuchar. Los cuadros nos hablan en susurros. Cada elemento de un lienzo, cada trazo, tiene un significado que hemos dejado pasar, que hemos dejado dormitar. Cada línea y objeto, es lo que para la literatura es la metáfora o el símil, algo que hay que descifrar para entender y comprender lo que estamos leyendo y viendo.

La primera obra que me hizo sospechar sobre lo que se ocultaba tras los objetos dibujados o pintados en una obra de arte, fue un libro de Basilio Valentín, monje Benedictino en Erfurt, Prusia, que escribió una de las obras más representativas de la simbología, Las Doce Llaves, que es un tratado de alquimia sobre los pasos que el hombre debe dar para llegar a la verdad absoluta y el conocimiento pleno. En esta figura está representada la clave número 11, que dice así: “Como Orfeo a Eurícide, el hermano desposará a la hermana, y de sus cuerpos se verterá la sangre. Júntala al humor cálido del padre y de la madre, después cierra con cuidado el globo de los adeptos. Entonces el fiero león de prolífero cuerpo contemplará, feliz, su numerosa prole”.

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